viernes, 17 de agosto de 2012

Ferrocarril Transoceánico


En abril de 1906, se publica en la revista Zig Zag un texto escrito por el señor Salvador Nicosia, en el cual se da a conocer la idea fundamental para construir un gran ferrocarril que uniría Brasil con Chile.


“En 1895 mi espíritu honrado de aventuras y de trabajo me llevo a la región amazónica, que ofrecía a la actividad humana enormes riquezas en la extracción de sus extensos gomales, a riesgo de la vida que arrebata a los hombres el sinnúmero de enfermedades propias de aquel clima tropical.
Era entonces Presidente del Estado del Pará el doctor Paes de Carvalho, ilustre medico brasileño, personaje de espíritu elevado y de grandes iniciativas.

Una de sus grandes ideas, la más perseverante y audaz, ha sido siempre la de unir, con un gigantesco ferrocarril el Atlántico y el Pacifico, entre las costas de Chile y Brasil.

Muchas veces, en la pequeña Belem, capital de aquel Estado, he podido escuchar a este respecto la palabra inspirada y entusiasta del doctor Paes de Carvalho que en su fervorosa imaginación encontraba línea paralela entre el rio Amazonas y Valparaíso, en estas lejanas aproximaciones que se pueden estudiar y observar en las largas líneas de la geografía.


Uno de los mensajes del Gobierno de Pará se refiere a esta gran empresa.
Aquella idea, al parecer utópica pero realizable, ha persistido en mi imaginación meridional, y en mis ensueños hacia las grandes empresas.

Más tarde el Estado de Amazonas y ahora el de San Pablo han estudiado el problema de este ferrocarril, arribando a la conclusión de que constituirá un lazo mas solido de unión entre los pueblos americanos, y muy especialmente entre Brasil Bolivia y Chile.

Un distinguido ingeniero que actualmente presta sus servicios en el alcantarillado, conoce más a fondo este proyecto, y por su práctica y sus conocimientos técnicos lo cree muy viable, pues ha recorrido la línea que más o menos deberá atravesar el ferrocarril.
Con este profesional, que no desprecia las aventuras, pues que los chilenos algo tienen de los antiguos capitanes, hemos hablado muchas veces del asunto, y hasta nos propusimos formar un sindicato.

En el banquete de Osorno, ofrecido últimamente al Cuerpo Diplomático, el Excmo. Ministro Plenipotenciario del Brasil, señor Enrique Carlos Ribeiro Lisboa, hizo alusión entre las líneas férreas  que debían  construirse en Sudamérica al Transoceánico, cuya propaganda me había sido confiada. En contestación a lo manifestado por el señor Ministro tuve el agrado de decir que aquella pagina de Julio Verne, para los que así la creían, seria seguramente llevada a la práctica por nuestras energías, para probar que la amistad tradicional y casi fantástica entre Chile y Brasil era una previsión del destino, y que el acercamiento seria también material.
Lo que había sido ideado en las márgenes del gran rio Amazonas por fantasías tropicales, repercutía en el rio de Valdivia encontrando eco en el pensamiento frio de la región austral.

En cumplimiento de mi misión tendré el agrado de acompañar en el trabajo y en la propaganda al ilustre oficial de marina brasilera, señor Luis Gomes, hombre de verdaderas energías, autor de grandes proyectos de obras públicas, que se encuentra actualmente en el Brasil empeñado en la misma tarea. El pequeño mapa que hoy se publica me ha sido enviado por su autor, el señor Gomes.

Dicho ferrocarril tendrá en el Brasil, como estación de partida, el puerto de Recife y en Chile dos puntos que pueden definirse, según la conveniencia técnica y económica, entre Arica y Antofagasta.
Con el nuevo ferrocarril nos acercaremos a Europa, pudiendo llegar allí en once días.
La línea arranca del Brasil pasando por Bolivia, con acercamiento al Perú y al Paraguay, para llegar hasta nuestra costa. Una obra tan importante como esta, necesitara la protección de las naciones que serán beneficiadas con el ferrocarril. Si para el Brasil existirá la mayor extensión de línea, en cambio para Bolivia y Chile tendremos que superar las mayores dificultades del terreno.

El Transoceánico tiene forma práctica y menos costosa que el Canal de Panamá, cuyos efectos políticos y económicos pueden equilibrar hasta con ventaja. Mi mayor deseo es destinar mis energías a esta obra magna, en la seguridad de obtener, tarde o temprano la victoria, que pertenecerá también a las naciones del continente sudamericano”.


Otro de los grandes esfuerzos de nuestros antepasados que no fructificaron muchas veces por lo económico y también político y lo poco visionarios de algunos gobernantes.



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